miércoles, 10 de septiembre de 2014

Diario de Damián: Extracto.

15 de septiembre de 2012


El empezar de nuevo el instituto me resulta aburrido. Mis compañeros de clase no parecen muy interesados precisamente en la lección y si en que hará aquel que tienen al lado en esa tarde. Marta, mi compañera de al lado tiende a ser excesivamente pesada en sus incesantes rumores infundados. Me siento derrotado en esa clase. ¿De verdad es así como deseo aprovechar los pocos años que me quedan?
Andrea no para de repetirme que solo tengo que intentar no ser tan crítico con la gente, pero me es imposible cuando tienden a ser tan hipócritas. Varios compañeros se dedicaron en la clase de música a despotricar sobre una muchacha catalogándola de "guarra" con numerosas mofas. Más tarde vi a dos de ellos tratando de entablar conversación con ella con fines más allá de la amistad. También me molestó Marina, la chica que se sentaba tras de mí, que a falta de tener con quién hablar me contaba su vida y luego era incapaz de saludarme al verme por la calle. Me describía al chico de sus sueños como un chico cariñoso, listo y atento, todo lo contrario a lo que fueron sus dos últimas relaciones y el chico con el cual estaba empezando a tener trato. La lástima la sentía por Carlos, un muchacho de mi clase que estaba colado por ella. Lo cierto es que el encajaba de lleno con esa descripción, pero ella siempre le miraba con desdén y le trataba como si fuese un perro. Me alegraré del día que ella se dé cuenta de lo que está dejando pasar cuando él acabé con una chica decente.
Críticas a mis compañeros a parte, estoy logrando abrirme ante el resto, pero me cuesta no ser reservado respecto a mis cosas. Me sorprende la facilidad de como las personas comparten hasta sus más íntimos secretos. Sentarse próximo a dos mujeres que les encanta hablar a sido lo que me lo ha mostrado. Sin conocer prácticamente de nada a Marta ya me ha confesado haber perdido su virginidad con el que creía que era el chico de sus sueños y sin conocer aun menos a Marina se ciertos detalles de su vida sexual que prefiero ahorrar a estas páginas.
Me resultó curioso como Marina me acusó de dármelas de una persona que se hace la interesante para llamar la atención. Se cree todo ladrón que son de su condición pensé yo. Por lo visto es muy habitual que las personas muestren una cara de la moneda ajena, por lo que nadie conoce a nadie verdaderamente. Poca conciencia hay en esta edad de lo fugaz que es la vida. Todos saben que quieren ser pero nadie sabe quiénes son. Fofo y Castillo me comentaron que muchos son amables pero cuando te ausentas eres la comidilla de un grupo de personas. A veces me alegro de haber sido tan cerrado pues así solo los más cercanos no serían de esas personas. Me alegro de tener a los míos.

La mayor sorpresa del día fue la aparición de Rocío. Me pongo tan nervioso que no se que decir por tanto me quedo callado. La tarde junto con ella y mi hermana me reveló muchas cosas de Rocío. Tenía un razonamiento profundo pero se obcecaba en tratar de ser como el resto. Su buen corazón la volvía crédula. Confiaba demasiado en la gente, al contrario que yo que procuraba evitarla. La historia con aquel tal Rodrigo encendió una rabia en mi un tanto primitiva. Solo tenía ganas de ir a buscarlo a Madrid y propinarle un fuerte puñetazo, aunque este se le devolviese aun más fuerte. Debía ser muy estúpido para no darse cuenta de que debía cuidar aquella chica que tanto le quería y trataba de hacerle sentir bien. No puedo negar el hecho de que en más de una ocasión me quedé embobado mirándola. Trataba de disimularlo desviando la vista a otro lado cuando nuestras miradas se encontraban. Soy incapaz de describir la sensación que me producía ver sus ojos. Sentía removerse mi estómago y al corazón tratar de escaparse por la garganta. El latido se subía a la traquea y no quería bajar. Mis palabras no salían con fluidez y solía titubear. La sensación de ser capaz de todo se intensificaba con cada segundo que dedicaba a mirarla y oírla. Todo lo que salía de sus labios me parecía interesante. Reíamos por la mínima tontería, y por cruel que pareciese, desee que mi hermana no hubiese estado presente, a pesar de que gracias a ella estaba compartiendo aquella tarde con Rocío. Me vierto en cada uno de los recuerdos de este día y siento que es un mar donde poder perderme. Ahora solo sé que tengo miedo. Miedo a si me considerará algo más allá de amigo. Nunca me plateé tener una relación y no sabía ni como sería. Pero el miedo que más se cernía sobre mi era otro. ¿Me miraría con lástima tras saber lo de mi cáncer? ¿Dejaría de poder ver sus miradas complacientes por simples miradas de pena? Solo me recorren escalofríos de pensar perder aquello que de hace poco tengo y nunca tuve.


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