viernes, 14 de agosto de 2015

Capítulo 21: rencor personal.

Se levantó de su asiento bruscamente, dando con sus muslos sobre la mesa, lo que hizo que se tambaleara. Fue directo a por aquel muchacho que fácilmente le sacaba como dos años y dos cuerpos de diferencia, decidido a encajarle un fuerte derechazo. Una mano sobre su hombro le frenó en seco. Lucas se encontraba detrás de él mirando fijo a sus ojos con una expresión de desaprobación.
-¡Dami! ¿Qué haces aquí? -dijo su hermana alarmada.
Damián volteo la cabeza y pudo ver como Silvia se separaba de forma violenta del brazo de aquel chico que miraba sin comprender.
Damián cogió aire despacio, pensándolo  bien no quería alarmala.
-Pues cenar, no lo ves.- dijo con una muy mal fingida sonrisa sin dejar de mirar a su acompañante.
Silvia miraba a los dos sin saber que decir o hacer. Instintivamente se decantó por presentarlos.
-Dami, Andrés, Andrés, mi hermano Damián.
Andrés le tendió la mano amablemente sin dejar de sonreír en el mayor grado de amplitud posible. Damián no podía dejar de odiarlo, y sabía porqué. Sabía de muchos chicos de la edad de Andrés que tenían la tendencia de buscarse chicas con unos años menos aprovechando la inexperiencia de estas en el campo de los lívidos adolescentes. Damián no le veía la cara realmente, solo veía aquellos tres años y medio que tenía más que su hermana, diferencia que odiaba sin necesidad de plantearse un motivo. Aferró su mano en un fuerte apretón, seguro de si mismo, tratando de hacerle ver que no era muy bien aceptado por él, aunque no debió funcionar, pues ahí seguía él,  sonriendo de oreja a oreja.
-A cenar también vosotros a lo que veo.- dijo remarcando lo obvio.
Silvia se sentía incómoda en medio de aquella escena. Respiró aliviada cuando Damián soltó la mano de Andrés y se despidió con un falso aprecio.

Caminaba acelerado, como si un demonio se hubiese apoderado de sus pies. Castillo era el único capaz de seguirle el paso, mientras que los dos hermanos ya habían dejado de esforzarse.
-¿Quieres frenar un poco?¿A dónde vas tan rápido? -pregunto Castillo.
Damián no respondía, seguía obcecado en alejarse sin rumbo alguno de aquel kebab.
Castillo le agarro del brazo y tiró de él en busca de su respuesta.
-Suéltame, joder.
-¿Qué coño te pasa?
-Si le veo la puta cara un segundo más me le cargo.
-¿Y si solo son amigos?
-¿Y si soy gilipollas y me lo creo?
Lucas y Ramón lograron alcanzarle. Damián caminaba de lado a lado, igual que un tigre en su jaula esperando salir y devorar a cualquiera que se encuentre por delante. Parecía estar fuera de si, trastocado por la idea de que aquel muchacho estuviese aprovechándose de su hermana.
-Así no consigues nada Damián.-dijo Lucas.
Damián le echó una mirada asesina. Sus propios amigos daban la sensación de estar defendiendo a aquel imbécil que estaba con su hermana. Silvia siempre había sido una niña muy ingenua a la cual era fácil tomar el pelo. No podía tolerar que se aprovechasen de tal manera de ella. No lo iba a tolerar.

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