lunes, 10 de agosto de 2015

Capítulo 19: Acción, reacción.

Se encontraba de pie en el solitario pasillo de instituto delante de aquella odiosa mujer que parloteaba sin encontrar un fin sobre la recompensa ante el esfuerzo. El asentía, manteniéndose ausente en sus propios pensamientos, rogando porque callara de un vez y pudiese volver con Elena para terminar esa conversación a medias.
-¿Me puedes explicar porqué estás faltando tanto últimamente?
Damián sin oírla asintió con la cabeza. Cruzó los brazos ante él esperando una respuesta que no llegaba nunca.
-¿Y bien?
Damián volvió de sus pensamientos.
-¿Y bien qué?- preguntó.
La profesora era conocida por todo el alumnado por su falta de paciencia, cualidad que se estaba manifestando en ese momento.
-Si quieres ir de gracioso por mí bien, pero conmigo no, niño.
El tono despectivo con el que estaban cargadas dichas palabras encendió a Damián. Sostenía su mirada desafiante, observando el desdén con el que estaba siendo fulminado desde detrás de aquellas lentes. Apretó todo su cuerpo tratando de contenerse, sintiendo la tensión en los músculos de su cuello. La profesora repitió la pregunta, pero esta vez se mostró agresiva a la hora de elevar la voz. Damián no pudo aguantar ya más.
-¿Te he gritado acaso para que tú me grites?- dijo fríamente.
La expresión del rostro de aquella mujer cambio por un momento seguido de otro grito aun más alto.
-¿Pero como puedes ser así de descarado? ¡Soy tu profesora!¡Me debes un...-
-Pensaba que la mejor manera de enseñar era con el ejemplo.- interrumpió Damián.-Con tu ejemplo ahora se como faltar el respeto.- y dicho esto comenzó a aplaudir de forma sarcástica.
Aquella reacción la pilló de improvisto, como ya era habitual en cada una de las veces que Damián actuaba de una manera tan impulsiva. Damián comenzó a hablar de nuevo, sonando prepotente y crecido, escupiendo las frases y tomándolas como piedras para lanzar contra aquella maestra de instituto.
- A lo mejor no he estado faltando por problemas de salud, cosa que no es.- mintió Damián.- Pero sin saberlo tan siquiera ya vienes con acusaciones. Ahora te voy a decir porque he faltado. Porque me ha dado la gana. Verte la cara a ti y al resto quita las ganas de vivir a cualquiera. ¿Os creéis en serio aquello que decís? Me parece penoso. Ponme la falta que quieras, pero la culpa de todos los que pasamos de venir a clase no es nuestra sino vuestra, que solo sabéis amenazar con suspensos y faltas en vez de motivar. Expúlsame si se te antoja, me da lo mismo, solo he dicho la verdad.
Sin esperar a una respuesta, giró sobre si mismo y comenzó a dirigirse hacia la clase.
-Damián.-dijo a la espalda su profesora.
-¿Qué?
-Aun no hemos acabado.
Damián dejó escapar un gesto de frustración.
Durante media hora pareció que estuvo hablando con otra profesora distinta a la cual le había llamado. En ningún momento alzó la voz, habló tranquila del tema de las ausencias. A pesar de todo no se escapó de una falta la cual redujo al mínimo castigo gracias a que aquella profesora, en lo que sería la primera vez en toda su carrera, dejó pasar cierto comportamiento sin un castigo a la altura del nivel de la falta.

Los hermanos Terry se reían al oír la historia mientras que Castillo permanecía boquiabierto. Fofo por otro lado se mantenía callado, mirando a Damián de una manera inexpresiva. El grupo de amigos se había reunido en casa de Castillo para jugar a la consola, pero para los padres de los respectivos muchachos, para estudiar los últimos exámenes. Ramón sacaba la lengua mientras manipula aquel mando que dirigía a un jugador contra la portería de Damián. Trataba de esforzarse para remontar un 2-0 a un mañoso Damián que tras varios meses jugando online había adquirido bastante habilidad. El sonido de las carcajadas coincidía con el sonido rutinario cuando ellos se juntaron, salvo porque Fofo se mostraba ausente respecto al resto del grupo mientras miraba la pantalla de su móvil, aunque parecían no darse cuenta de ello. Decidió Castillo entonces poner algo de música para dar algo de ambiente a la escena y tras dar al botón de play en su ordenador comenzó la habitación por ser invadida por canciones de rap que tanto le gustaban al muchacho.
-Damián, si vas con ese equipo no vale, está chetao´.- dijo Ramón.
-No es mi culpa que seas manco y te las comas todas.
-Y no se refiere a goles precisamente.- añadió Lucas entre risas.
Ramón, sin tan siquiera dejar de mirar a la pantalla, le dirigió una peineta a su hermano.

Acabaron los partidos y Damián se mantenía invicto.
-Parece que Damián está en racha.-dijo Lucas.
-Que se lo digan a Elena.- bromeó Castillo.
Fofo levantó entonces la mirada de su móvil rápidamente. Por un segundo, Damián creyó que su amigo le contemplaba con rabia.
Sus amigos continuaron con la misma broma durante un largo rato al igual que Fofo seguía guardando silencio. Damián sonreía. Es verdad que sentía que su suerte estaba cambiando, y se reflejaba en cada paso que daba.
- Si se va a por la fácil cualquiera lo hace.-Soltó Fofo repentinamente.
Todos se giraron para mirarle extrañados.
-¿Cómo?
-¿No me has oído "ligón"?
El tono sarcástico de Fofo taladraba el pecho de Damián.
-¿Qué quieres decir?
-Qué cualquiera puede con una niña que babea por el típico tonto, solo la tienes que prometer lo que cree que tiene el gilipollas ese.
Damián iba a hablar pero sus amigos se adelantaron.
-Se ve que eres un profesional, Fofo, se notan los resultados.- Le echó en cara Lucas.
-Parece que ha confundido las mujeres con los bollos.- Dijó Castillo con intención de hacer daño.
-Si las mujeres fueran bollos Fofo realmente estaría delgado.- Terminó por decir Ramón.
Damián no tenía intención de ofender a su amigo en ningún momento, pero todos parecía que le tenían ganas. Fofo, al igual que por la mañana, recogió sus cosas y se marchó dando un portazo. Todos comenzaron a echar pestes de él menos Damián. No entendía el comportamiento de su amigo.

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